Santiago de Tolú el primero; Santa Cruz de Mompox, el segundo. Dos
tradiciones de similar factura en el marco de la religiosidad popular, inscritas en la tradición católica.
Diferencias significativas en sus gentes
se ponen de manifiesto en el calor (¡!) mismo de sus celebraciones, que pueden
estar indicando además del grado de conservación de la tradición, rutas diferenciadas en la dinámica
cultural de sus poblaciones, relacionadas a su vez con el influjo que ejercen
los centros urbanos más próximos a uno y a otro.
Una nota aclaratoria referida al autor de
la presente, pudiera ser
pertinente en los términos de despejar cualquier suspicacia: Es Sincelejano, reside en Tolú; y en esta semana
que acaba de pasar estuvo de visita en Mompox, donde de modo intenso pero
reposado se aproximó a sus festejos religiosos, observando con curiosidad, arquitectura y comportamiento de sus
gentes. Y un dato adicional: no pertenece a ningún credo religioso. En la
temprana adolescencia quedó congelada su perplejidad por las representaciones
conmemorativas de las efemérides consideradas sagradas y fundacionales de la
tradición religiosa católica.
En Mompox como en Tolú, la participación
de la mujer como parte de la organización de los rituales propios de esta
tradición, es marginal; con una mayor presencia de ellas en Mompox (...); eso de marginal no es
extraño al curso histórico del papel que ellas han jugado hasta hoy en la
institución que salvaguarda y encarna ese credo religioso.
En cuanto a detalles de diferencias
formales, la hermandad nazarena del puerto marítimo viste de blanco,
absolutamente. Algunas muy pocas mujeres e infantes lucen hábitos lila; se dice
de ellas y ellos que lo hacen en “pago
de una manda”. Los hermanos de Mompox, lucen hábitos Azul turquí claro con
amarre blanco de donde pende cordón con borlas blancas.
En Santiago de Tolú, a primera vista se
evidencia que los nazarenos y asociados a la hermandad, son claramente de
procedencia humilde. En santa Cruz de Mompox, se muestra una integración social
plural.
Este hecho puede estar en el centro de que
en la Villa de Mompox se sienta un cerrado respaldo de la sociedad y sus diversas
instituciones para con la tradición; y claro, ello tiene su impacto en ventajas
organizacionales y en el acopio de recursos para sortear las demandas de
semejante conmemoración.
Paralelo a las festividades estrictamente
religiosas, descuella una feria artesanal que copa los amplios andenes internos
del colegio Pinillos, y calles adyacentes. Al parecer en esta están
representados los más emblemáticos centros artesanales de la región norte
colombiana.
En Mompox se respira un ambiente de jolgorio popular que prescinde
de la estridencia musical propio de la rumba profana y en el que no se deja ver
la presencia impúdica del licor. Mucho menos los embriagados poniendo en escena
su histrionismo de francachelas y escandalos imprevisible (…). Visitas masivas a las muchas iglesias,
toma de plazas, parques y
calles por visitantes y nativos, especialmente en torno a los lugares por donde
transcurren las profesiones, es nota relevante.
Los sitios abiertos de día y noche, por la albarrada y otras
plazas, se atestan de gente comiendo, ingiriendo líquidos no embriagantes,
catando y comprando vinos artesanales para llevar, dulces, almojábanas, queso
de capa, y el producto artesanal de mayor nombradía: Las más diversas
filigranas en plata, legado
de los pioneros en orfebrería que en otrora fueron exponentes de primer orden.
Con merecido orgullo para los momposinos, y profunda admiración de
visitantes, no se deja de comentar la virtud de este pueblo: Entre gentío y
gentío, un solo robo no sucede! Y
sus casas de puertas abiertas y reuniones en sus andenes, tampoco registran la presencia de la
mano ágil, una, y armada la
otra, despojadora de bienes y causante de daños en los semejantes! Hombres y
mujeres del común, transparentan con sus actos diarios que son gentes de convivencia
y paz.
Trato cordial, y sencillez. Comedidos y hospitalarios. Los
momposinos residentes en otros lares, Cartagena y Barranquilla, entre otros, en
semana santa retornan fieles a su tierra, devolviéndoles el calor a sus casonas
coloniales.
En Tolú, la estridencia musical no descansa. Como tampoco la lujuria
del trago. Es un mundo
paralelo al de los creyentes que viven su fervor. Sus gentes, la de la Villa de
Santiago, son espontáneos, de
una alegría ex-traversiva. Infortunadamente esta condición asociada a la
intolerancia y acicateada
por el trago, explota en acciones agresivas que incluso ponen en peligro la
vida de los afectados.
Y el jueves santo!: El hito. La marca que impone la diferencia:
Todos, entre los hijos del terruño, residentes y visitantes…, todos al parque a esperar la “salida
del paso”!.
Todos formando combos
de amigos, conocidos y familiares. Y en el centro de cada combo-, con contadas
excepciones-, un litro o garrafa del licor preferido! Y cuando suena la banda con la música
característica de la cuaresma, el
guapi-rreo colectivo!!!
…Y hasta que amanezca!, cuando
ingresan el cristo a la iglesia central!
Ramiro del Cristo Medina Pérez
Santiago de Tolú, marzo 31 - 2013